Muchas veces cuando conocemos al amor de nuestra vida no queremos aplazar las decisiones importantes y preferimos casarnos cuanto antes. Otras veces todo está meticulosamente planificado y entonces nos llega la buena nueva y descubrimos que estamos embarazadas. En estos casos uno de los mayores dolores de cabeza de la novia es su vestido, pues con una vida creciendo en tu interior es difícil que te ajusten el vestido a medida con antelación y la talla que tienes hoy no es la que tendrás el mes que viene. Aplazar la boda podría significar perfectamente un retraso de un año o más, y es más fácil adelantar o mantener la fecha del casamiento, y buscar un vestido de novia propio de nuestro estado. Hoy quiero dedicar este post a las novias embarazadas que quieren presumir de su situación de buenaventura.
Uno de los puntos más importantes a tener en cuenta a la hora de elegir el vestido es que sea cómodo y ligero. Hay que huir de corpiños ajustados y tejidos sin movimiento. Uno de los diseños más favorecedores es el corte imperio, donde el vestido se ajusta debajo del busto y a partir de ahí la falda se abre en vuelo con tejidos vaporosos y ligeros. Aquí tenéis unas cuantas muestras.
Como podéis ver la idea es la misma en todos los diseños. Poco adorno, tejido ligero, cintura alta, falda amplia pero recta, y en algunos diseños intentando marcar un poco la barriga cuando a la novia le interesa. En estos casos siempre aconsejo la regla del "menos es más". Los adornos extravagantes y los vestidos pomposos son contraproducentes en estos casos, y nos harían ver más gordas de lo que nos gustaría. La ventaja de los vestidos de corte imperio es que estilizan mucho, y al mismo tiempo nos permiten marcar la tripita si queremos.
Lo que sí es cierto es que no hay nada más hermoso que una novia y futura madre radiante el día de su boda. ¿Pensáis lo mismo que yo?
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