Uno de los tópicos más manidos a la hora de casarse es que los zapatos
de la novia han de ser tan níveos como el color de su vestido. Es decir,
blancos. No importa que digamos que son color marfil, perla, etc. En
definitiva se trata de buscar el blanco y la textura que mejor le vayan
al vestido. Pues yo hoy propongo romper con esta idea clásica y darle un
poco de color a nuestro conjunto.
Aquí tenéis unas cuantas muestras de lo que os digo:
Y es que no hay nada que llame más la atención que un destello rojo, azul o verde asomando debajo de nuestro vestido, si además la falda termina por encima de los tobillos, como ocurre con los vestidos de novia más veraniegos o modernos, tanto mejor y justificado está usar un zapato de color.
Otra ventaja de elegir los zapatos de color en lugar de blancos, es que luego no tendremos que llevar los zapatos al zapatero para reciclarlos, ¡los usamos y punto! ¡Qué maravilla! ¿Verdad?
Respecto al modelo que debamos usar, eso ya queda al gusto de cada novia. Yo en mi caso fuí a una tienda de moda flamenca, donde también vendían zapatos de baile de salón. Allí pude escoger modelo, tipo de piel, color, tipo de tacón y altura. Como no soy de tacones altos ni de aguja, personalicé los míos con un tacón argentino de cinco centímetros y medio. El modelo tenía la punta cerrada, y eran de piel roja brillante sin llegar al charol. Muy cómodos. Lamenté no lucirlos más.
De todas maneras por muy cómodos que nos parezcan nuestros zapatos, siempre necesitaremos al final de la noche unas bailarinas con plantilla de gel de repuesto, cuando nos aprieten los pies.
0 comentarios:
Publicar un comentario